Déjame contarte algo que aprendí de la manera difícil durante mis años en el Curtis Institute of Music. La práctica no tiene que sentirse como un castigo.
Cuando empecé, pensaba que ser un músico serio significaba pasar horas y horas haciendo escalas y ejercicios todos los días, sin importar lo aburrido o frustrado que me sintiera. Me obligaba a seguir rutinas que se sentían mecánicas y sin vida. Luego me preguntaba por qué me costaba mantener la motivación.
Esto fue lo que cambió todo para mí: me di cuenta de que las sesiones de práctica donde más progresaba eran aquellas en las que me absorbía tanto en la música que olvidaba que estaba practicando. La distinción entre "practicar" y "tocar" empezó a desdibujarse, y fue entonces cuando ocurrió el verdadero crecimiento.
Cuando la práctica empieza a sentirse como una tarea
¿Conoces esa sensación cuando abres tu estuche de bajo con un sentimiento de temor en lugar de emoción? Eso es una señal de que algo necesita cambiar. Demasiados músicos establecen horarios de práctica rígidos que quitan toda la alegría de hacer música. Repiten las mismas escalas en el mismo orden, trabajan ejercicios que se sienten desconectados de la música real, y luego cierran el estuche sintiendo que acaban de terminar un entrenamiento que no disfrutaron.
El ciclo continúa por un tiempo. Luego la vida se vuelve ocupada. Saltas un día. Luego otro. Antes de que te des cuenta, han pasado semanas y te sientes culpable cada vez que pasas junto a tu contrabajo. Esto sucede no porque te falte disciplina, sino porque tu rutina de práctica olvidó la parte más importante: la música misma.
Construyendo desde lo que realmente te conmueve
He aprendido observando a músicos increíbles y trabajando con grandes maestros como Edgar Meyer y Hal Robinson que la mejor práctica siempre comienza con objetivos musicales reales. Según Double Bass HQ, los músicos profesionales estructuran su tiempo alrededor de piezas que realmente quieren interpretar, no ejercicios técnicos abstractos que existen en el vacío.
Piénsalo así. Escuchas una pieza que te pone la piel de gallina. Quieres tocarla. Entonces lo intentas y notas dónde tienes dificultades. Tal vez tus dedos no pueden manejar la velocidad en ciertos pasajes. Tal vez tu control del arco no es lo suficientemente suave para esas frases largas y líricas. Tal vez pierdes el ritmo en una sección complicada.
Esas dificultades se convierten en tu hoja de ruta. Ahora sabes exactamente qué trabajo técnico necesitas y, lo que es más importante, sabes por qué lo necesitas. Cuando practicas desplazamientos, ya no solo haces un ejercicio. Estás trabajando en la habilidad exacta que necesitas para tocar ese hermoso pasaje que te inspiró en primer lugar.
El tiempo importa
Solía creer que necesitaba sesiones de práctica de tres o cuatro horas para hacer un progreso real. Luego me ocupé más con presentaciones, enseñanza y composición. De repente, tuve que descubrir cómo mejorar con mucho menos tiempo disponible.
Esto es lo que descubrí, y esto coincide con lo que Jason Heath escribe en su Double Bass Blog: la consistencia vence a la duración cada vez. Practicar 20 minutos enfocados todos los días te llevará más lejos que practicar dos horas una vez a la semana. Tus músculos necesitan refuerzo regular. Tu cerebro necesita recordatorios diarios. Tus callos necesitan contacto constante.
Déjame compartir cómo estructuro las sesiones de práctica según el tiempo disponible:
Cuando tienes 20 minutos
No necesitas encajar todo en esta ventana corta. Comienza con cinco minutos de cuerdas al aire y arco básico para despertar tus manos y afinar tus oídos. Luego dedica unos diez minutos a trabajar intensamente en un desafío específico de una pieza que estés aprendiendo. Tal vez sean cuatro compases que te siguen complicando. Tal vez sea un patrón de desplazamiento particular que necesitas suavizar. Concéntrate en esa única cosa. Finalmente, pasa los últimos cinco minutos tocando algo que ya conoces bien y que realmente disfrutas. Esto te recuerda por qué amas el bajo y te deja con ganas de practicar de nuevo mañana.
Cuando tienes 45 minutos
Ahora puedes profundizar más. Calienta con cuerdas al aire durante cinco minutos. Dedica diez minutos al trabajo técnico, cosas como ejercicios de destreza para la mano izquierda o ejercicios de distribución del arco. Da veinte minutos a la parte principal de tu práctica: trabajar un estudio o abordar secciones desafiantes de tu repertorio. Luego usa los últimos diez minutos para tocar algo divertido o grabarte tocando lo que acabas de practicar. Escuchar las grabaciones puede ser incómodo, pero te muestra cosas que no puedes oír mientras tocas.
Cuando tienes 90 minutos
Esto te da espacio para desarrollar realmente tu interpretación. Toma diez minutos para un calentamiento completo. Dedica veinte minutos a escalas, arpegios, cambios de posición y otros fundamentos técnicos. Dedica cuarenta minutos a un trabajo profundo y enfocado en tu repertorio más desafiante. Aquí es donde desaceleras, trabajas medida por medida y realmente resuelves los pasajes difíciles. Usa los últimos veinte minutos para leer a primera vista música nueva o explorar piezas que te hayan despertado curiosidad. Esto mantiene tus habilidades de lectura agudas y te expone a diferentes estilos y compositores.
Observa cómo cada una de estas estructuras incluye tres elementos: calentamiento, trabajo técnico enfocado y algo genuinamente disfrutable. Necesitas los tres para mantener la motivación durante meses y años.
El progreso debe sentirse tangible
Según Lista de Ted, la práctica se vuelve sostenible cuando sientes que estás ganando. Tu cerebro anhela esas pequeñas victorias. Cuando alcanzas una meta, incluso una pequeña, se libera dopamina y te sientes bien. Esa buena sensación te hace querer practicar de nuevo mañana.
El truco es establecer metas lo suficientemente pequeñas para que realmente puedas alcanzarlas en una sola sesión. No apuntes a algo vago como "mejorar en los cambios de posición". En su lugar, intenta algo específico como "tocar las medidas 12 a 16 limpiamente tres veces seguidas" o "clavar ese patrón rítmico complicado en la segunda línea cinco veces sin errores".
Cuando logras estos micro-objetivos, obtienes esa victoria. Sientes el progreso sucediendo en tiempo real. Esto crea un impulso que te lleva a través de los días más difíciles cuando la motivación está baja.
He empezado a llevar un registro de mi progreso de varias maneras a lo largo de los años. A veces me grabo semanalmente para escuchar cuánto he avanzado. A veces llevo un diario de práctica simple donde escribo en qué trabajé y qué funcionó. A algunos músicos les encanta usar aplicaciones de práctica como Modacity para registrar su tiempo y progreso. Encuentra el método que funcione para ti, porque ver una mejora tangible te mantiene motivado cuando el trabajo se siente difícil.
Date permiso para descansar
Cuando practico más de 30 o 40 minutos seguidos, he aprendido a tomar descansos cortos. Según Double Bass HQ, muchos músicos profesionales incorporan descansos en sus sesiones de práctica, y con buena razón. Tus músculos necesitan tiempo para recuperarse. Tu mente necesita espacio para procesar lo que acabas de aprender.
Aléjate de tu contrabajo por cinco minutos. Toma un poco de agua. Estira tus hombros y espalda. Deja que tus manos se relajen completamente. Camina un poco. Cuando regreses, tendrás mejor concentración y tu cuerpo se sentirá fresco.
Esto previene la fatiga que conduce a la tensión y a malos hábitos. También ayuda a que el material se asimile más profundamente. Tu cerebro sigue trabajando en los problemas incluso cuando no estás tocando activamente.
Tu rutina de contrabajo debe crecer contigo
La rutina de práctica que funciona para ti hoy podría no funcionar dentro de seis meses. Tus objetivos cambian a medida que mejoras. Tu horario cambia con nuevos compromisos. Tus intereses evolucionan al descubrir nuevos estilos y compositores.
Revisa contigo mismo regularmente. Hazte preguntas honestas: ¿Estoy progresando con este enfoque? ¿Sigo esperando con ganas la práctica? ¿Qué necesita cambiar? Luego ajusta según tus respuestas. Tu rutina de práctica debe servir a tu desarrollo musical, no al revés.
Encontrar música que haga que la práctica se sienta como juego
Las mejores rutinas de práctica equilibran la estructura con el disfrute genuino. Te desafían sin abrumarte. Hacen que el progreso se sienta natural e inevitable.
Si buscas música para contrabajo que aporte este tipo de energía a tus sesiones de práctica, creé El Libro de Ejercicios para exactamente este propósito. Son piezas cortas y melódicas diseñadas para ser accesibles y genuinamente divertidas de tocar. Cada pieza es lo suficientemente concisa para que puedas aprenderla relativamente rápido, pero musical como para que no sientas que solo estás haciendo ejercicios repetitivos.
Escribí esta colección porque quería material que sonara bien desde la primera vez que lo tocas, piezas que te den esa sensación satisfactoria de hacer música real, incluso durante tu tiempo de práctica.
Podrías descubrir que El Libro de Ejercicios te da exactamente lo que necesitas cuando quieres practicar, pero estás cansado del repertorio pesado. Estas piezas podrían convertirse en tu material de referencia para calentar, para trabajar en desafíos técnicos específicos, o para esos días en los que solo quieres tocar algo satisfactorio sin dedicar horas a una sola obra.
Échale un vistazo aquí y ver si eso trae de vuelta algo de esa energía juguetona a tu rutina de práctica.